Cibercafé que también vende zapatos, fotocopias y llamadas de larga distancia, Bangalore. Copyright : Marcel Crozet / OIT

ILO
El progreso digital sin inclusión deja atrás a los trabajadores

Rosina Gammarano

Rosina Gammarano

Rosina es Estadística Laboral Senior en la Unidad de Normas y Métodos Estadísticos del Departamento de Estadística de la OIT. Apasionada por abordar la desigualdad y las cuestiones de género y por utilizar los datos para arrojar luz sobre los déficits de trabajo decente, es autora recurrente del Blog de ILOSTAT y del Spotlight on Work Statistics. Tiene experiencia previa en la Unidad de Producción y Análisis de Datos del Departamento de Estadística de la OIT y en el equipo del Coordinador Residente de las Naciones Unidas en México.

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En el Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información, celebramos los avances logrados en la ampliación del acceso a recursos digitales clave, al tiempo que reconocemos los riesgos y retos de la digitalización, especialmente en el mundo laboral.

Los días internacionales nos brindan la oportunidad de arrojar luz sobre temas socioeconómicos clave. El 17 de mayo de cada año se conmemoran varias cosas, entre ellas el IDAHOBIT y las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), a las que se rinde homenaje anualmente en este día desde 1969 con motivo de la fundación de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). La celebración, denominada Día Mundial de las Telecomunicaciones hasta principios de 2006 y Día Mundial de la Sociedad de la Información durante un breve periodo en 2006, consolida ambas desde finales de 2006 en el Día Mundial de las Telecomunicaciones y de la Sociedad de la Información.

Este día sirve para recordar los grandes avances logrados en las últimas décadas en la ampliación de la conectividad y el acceso a recursos digitales clave en todo el mundo, pero también la necesidad de redoblar los esfuerzos para no dejar a nadie atrás y superar la brecha digital. La innovación digital puede ayudar a afrontar los retos más acuciantes del mundo, pero puede acarrear retos propios. Además, la falta de infraestructuras, equipos y competencias puede impedir que una parte significativa del mundo aproveche los beneficios de esta innovación.

En el mundo del trabajo, el impacto de las tecnologías digitales es amplio y multidimensional, incluyendo oportunidades para la ocupación creación de empleo y mejoras en las condiciones de trabajo, pero también desafíos. Según el informede la OIT Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2022, lograr la cobertura universal de banda ancha para 2030 podría conducir a la creación de 24 millones de nuevos puestos de trabajo en todo el mundo, pero aprovechar el potencial de la digitalización para la ocupación creación de empleo, la calidad y la productividad, requiere políticas específicas y con visión de futuro.

Este blog ofrece una visión general del estado de la conectividad en todo el mundo, resume las oportunidades y retos de la llegada de las tecnologías digitales al mundo laboral y analiza la profundidad y las implicaciones de la brecha digital.

Los avances en conectividad han sido constantes en todo el mundo, pero persisten las diferencias entre países

Dada la creciente importancia de la conectividad para numerosas dimensiones de la vida, el derecho de acceso a Internet ha ido ganando terreno en el debate público internacional. Sintetiza la idea de que todo el mundo debe poder acceder a Internet para que se cumplan sus (otros) derechos básicos. En diciembre de 2003, la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) adoptó su Declaración de Principios, reafirmando la importancia de la Sociedad de la Información para garantizar los derechos humanos. En 2010, Finlandia se convirtió en el primer país en reconocer oficialmente por ley el derecho al acceso a Internet, pero muchos otros han aprobado leyes o adoptado políticas para garantizar o facilitar el acceso generalizado a Internet.

De hecho, según los datos recopilados por la UIT, en más del 70% de los 178 países con datos, los servicios de banda ancha forman parte de un plan de servicio o acceso universal. Esto es así en el 60% de los países de renta alta con datos, en el 69% de los países de renta media-alta, en el 79,6% de los países de renta media-baja y en el 78,3% de los países de renta baja.

Tanto el número como la proporción de personas que utilizan Internet en el mundo han aumentado drásticamente en las últimas décadas. En 2005, sólo el 15,6% de la población mundial utilizaba Internet (algo más de 1.000 millones de personas), frente al 67,6% en 2024 (más de 5.500 millones de personas). Pero a pesar de este extraordinario crecimiento, la conectividad universal sigue siendo esquiva, con casi 2.500 millones de personas en el mundo sin acceso a Internet.

 

Como era de esperar, el acceso a Internet sigue estando estrechamente vinculado al nivel de renta. El número y la proporción de personas que utilizan Internet aumentaron significativamente en todos los grupos de renta en las últimas décadas, pero el incremento fue más rápido en los países de renta media, donde, en 2024, el 66,7% de la población estaba conectada. Sin embargo, aún no han alcanzado los niveles de conectividad de los países de renta alta (donde la tasa de penetración en 2024 era del 93,4%). Es más, los problemas de conectividad siguen siendo importantes en muchos países, con una tasa de penetración en 2024 de sólo el 26,5% en los países de renta baja.

Curiosamente, aunque la proporción de personas que utilizan Internet es la mayor en los países de renta alta con un amplio margen, en cifras absolutas de usuarios de Internet van a la zaga de los países de renta media-alta y media-baja. De hecho, sólo el 21% de los usuarios de Internet del mundo viven en países de renta alta, frente al 75% en países de renta media.

 

Siguiendo lógicamente la misma tendencia que el número de accesos a Internet, el número de abonados a la banda ancha fija por cada 100 habitantes en el mundo no ha dejado de aumentar desde 2005 (cuando se situaba en 3,4) hasta alcanzar los 19,6 en 2024. Mientras que el número de abonados a la telefonía fija por cada 100 habitantes en el mundo disminuyó de 19,1 en 2005 a 10,3 en 2024, el número de abonados a la telefonía móvil celular por cada 100 habitantes se disparó de 33,9 en 2005 a 112,1 en 2024. Es decir, en 2024 habrá más abonados a móviles que habitantes en el mundo.

El número de abonados a la banda ancha fija y el de abonados a la telefonía móvil por cada 100 habitantes también aumentan con la renta nacional, siendo los países de renta alta los que presentan los índices más elevados y los de renta baja los más rezagados en conectividad.

 

La llegada de la tecnología digital al mundo laboral trae consigo oportunidades y retos

Las tecnologías digitales llevan tiempo reconfigurando el mundo laboral, y seguirán haciéndolo en un futuro previsible. Los impactos de la digitalización son amplios y multidimensionales, incluyendo la creación de nuevos puestos de trabajo y ocupaciones, la destrucción de los que han quedado obsoletos, las ganancias (potenciales) de productividad, las mejoras en algunas áreas de la ocupación calidad de la ocupación , y el deterioro en otras, por nombrar algunos. Por lo tanto, la política dela ocupación tiene un papel central que desempeñar para maximizar el impacto positivo de la digitalización en términos de creación de la ocupación , productividad y calidad, al tiempo que minimiza sus impactos negativos inherentes.

Algunos sugieren que, en muchos aspectos, la digitalización ha hecho del mundo laboral un lugar mejor, contribuyendo al crecimiento de la productividad y de los ingresos, sobre todo porque los trabajadores pueden beneficiarse de herramientas que facilitan y/o agilizan sus tareas. Además, las tecnologías digitales han permitido o creado nuevas modalidades y patrones de trabajo, como el aumento del trabajo a distancia o el teletrabajo. También han hecho posible la digitalización de los procesos y la aparición de nuevos modelos de negocio.

Sin embargo, sin infraestructuras, equipos y/o competencias, se perderán estas oportunidades de creación de la ocupación , aumento de la productividad y mejora de las condiciones de trabajo. De hecho, muchos grupos de trabajadores, y especialmente los que ya han quedado rezagados en otros ámbitos, se enfrentan al reto agravado tanto de la falta de acceso a las tecnologías digitales como de la falta de competencias digitales.

Es más, la tecnología digital (incluida la robótica y la inteligencia artificial) puede provocar un desplazamiento considerable de determinados puestos de trabajo. Por ejemplo, un estudio de la OIT sugiere que la ocupación IA generativa causará pérdidas de la ocupación relativamente pequeñas en general, pero reconoce que estas pérdidas se concentrarán, en particular, entre los trabajadores de apoyo administrativo, con fuertes repercusiones para los trabajadores en cuestión.

Además, la digitalización ha permitido el auge de las plataformas digitales, en las que las personas pueden comprar y vender una amplia gama de bienes y servicios. Esto ha facilitado la economía colaborativa, con algunas ventajas para los trabajadores (como una mayor flexibilidad y autonomía, por ejemplo, a la hora de determinar los días y las horas de trabajo), que lamentablemente a menudo se ven contrarrestadas por las desventajas (como la inseguridad laboral y la imprevisibilidad y variabilidad de los ingresos).

Desalentadoramente, las investigaciones de la OIT sugieren que hay pocas pruebas de si la digitalización puede realmente fomentar el desarrollo, la información estructural y la economía local, y de qué manera. De hecho, la digitalización puede estar aumentando la inseguridad y la incertidumbre de los trabajadores en muchos sectores, en particular en la economía informal, e incluso los trabajadores bien formados y altamente cualificados se ven afectados. El desarrollo no parece estar impulsado principalmente por el cambio tecnológico, sino que intervienen otras fuerzas sociales, económicas e institucionales. Así pues, es cuestionable que la digitalización que tiene lugar en un contexto de escasa capacidad institucional y gran desigualdad (como suele ocurrir en los países en desarrollo) contribuya a la economía local y conduzca al desarrollo, sin una acción política específica que oriente la transformación digital hacia un desarrollo sostenible, justo e integrador.

La brecha digital sigue siendo amplia, alimentando y reforzando otras desigualdades

Aunque el acceso a las TIC modernas ha aumentado espectacularmente en las últimas décadas en todo el mundo, todavía hay muchas personas, comunidades y zonas que se han quedado atrás. De hecho, en 2024, casi un tercio de la población mundial no utilizará Internet. Esta brecha digital alimenta otras desigualdades existentes (por ejemplo, las desigualdades de ingresos y las desigualdades de acceso a la educación, la sanidad y las infraestructuras públicas) y también las refuerza, ya que quienes carecen de acceso digital no pueden beneficiarse de la información digital, las oportunidades educativas y laborales y las plataformas de búsqueda de empleo, por ejemplo.

La brecha digital engloba la falta de acceso a la infraestructura digital (incluidas las tecnologías, las redes y la calidad de la conexión), la falta de equipos digitales (cuyos costes siguen siendo relativamente elevados para una gran parte de la población) y la falta de competencias digitales (alfabetización digital).

Además, la frecuente aparición de nuevas tecnologías exige esfuerzos constantes para ponerse al día, lo que significa que la superación de la brecha digital es un proceso dinámico que va mucho más allá de una inversión puntual.

Según los datos recopilados por la UIT, el 49% de los que no tienen acceso a Internet dicen que es porque no lo necesitan, mientras que para el 24% el coste del servicio es demasiado alto y para el 22% el coste del equipo es demasiado alto (medias no ponderadas basadas en los datos disponibles para 78 países). Las razones para no tener acceso a Internet pueden acumularse (puede aplicarse más de una razón).

La brecha digital es especialmente flagrante entre las zonas rurales y urbanas. Mientras que el 82,9% de la población urbana mundial utilizaba Internet en 2024, sólo lo hacía el 47,5% de la población rural (y el 16,1% de la población rural de los países de renta baja). La cobertura de una red móvil era universal en 2024 en las zonas urbanas, mientras que la tasa de cobertura era del 95% en las zonas rurales, pero la diferencia aumenta si tenemos en cuenta también la calidad de la red: El 67,1% de la población urbana estaba cubierta por al menos una red móvil 5G, frente a solo el 29,2% de la población rural.

No hay grandes diferencias entre las zonas rurales y urbanas en la prevalencia de algunas razones para no tener Internet, como el coste del servicio, el coste del equipo, razones culturales y preocupaciones por la privacidad o la seguridad. Sin embargo, la diferencia es mayor en otros motivos: en las zonas rurales, la falta de disponibilidad de Internet en la zona y la falta de electricidad en el hogar son, por término medio, los motivos más frecuentes para no acceder a Internet. En las zonas urbanas, tener acceso a Internet en otro lugar es una razón más frecuente para no tenerlo en el hogar que en las zonas rurales, lo que apunta también a los problemas adicionales de conectividad de las zonas rurales.

Un pilar fundamental para superar la brecha digital es la asequibilidad de la infraestructura y los equipos. Resulta tranquilizador que tanto la cesta de banda ancha móvil de solo datos como la cesta de banda ancha fija sean cada vez más asequibles en todo el mundo. El precio medio de la cesta de banda ancha móvil se redujo del 1,3% al 1,1% de la renta nacional bruta (RNB) per cápita entre 2023 y 2024, y el de la cesta de banda ancha fija bajó del 2,8% al 2,5%. Aún así, la asequibilidad sigue siendo un reto, sobre todo en los países de renta baja, donde la banda ancha móvil costará el 8,6% de la RNB per cápita en 2024, y la banda ancha fija el 31,1%. Teniendo en cuenta que el objetivo de asequibilidad dela Comisión de Banda Ancha para 2025 es inferior al 2% de la RNB per cápita, aún nos queda mucho camino por recorrer para garantizar un acceso asequible y equitativo a la conectividad.

 

Observaciones finales

Aunque se han logrado avances significativos en la ampliación de la conectividad y el acceso a los recursos digitales en todo el mundo, algunos sectores de la población siguen corriendo el riesgo de quedarse atrás. La brecha digital se está reduciendo, pero sigue siendo significativa. Las políticas públicas tienen un papel clave que desempeñar en el camino hacia el acceso universal a las herramientas y servicios digitales, y para garantizar que la digitalización, que puede ser un motor de bien social, no se convierta en un motor de exclusión social. Esto se aplica también (y particularmente) al mundo del trabajo, donde se necesitan políticas específicas para aprovechar el potencial de las tecnologías digitales para la ocupación creación de la ocupación , el aumento de la productividad y la mejora de las condiciones de trabajo, al tiempo que se mitigan los riesgos.